Yo no soy un personaje.
Soy una consecuencia.
Hispano-colombiana por necesidad histórica, no por mezcla turística.
Porque cuando alguien cruza el Atlántico buscando dignidad,
siempre hay un europeo esperando que le digan “papaSito” sin ironía.
Durante décadas, España reprimió el deseo a base de sotana, culpa y silencio.
Sin embargo, un día abrieron las fronteras…
y el deseo entró con visado, escote y acento.
🧠 Amor globalizado: guía por continentes
📍Latinoamérica (LATINAS)
Vocabulario:
“Ay, qué rico, papi”
“Eres deliSioso”
“Yo te quiero a ti, no a tu dinero…”
Dicen lo que el ego europeo necesita oír después de años de afecto en formato PDF.
Son carisma con urgencia, dulzura con estrategia.
Entran por la lengua y firman permanencia con las palabras correctas:
eróticas, suaves, y con tilde emocional.
📊 Dato: en 2023, el 42% de los matrimonios mixtos con españoles eran con mujeres latinoamericanas (INE).
No es coincidencia. Es mercado.
📍DEL ESTE (RUMANAS)
Vocabulario:
“¿Dónde estás?”
“¿A qué hora vienes?”
“¿Quién te ha escrito?”
Igual que las españolas, pero más eficientes.
Limpian más, trabajan más y reclaman con disciplina del Este.
De hecho, no vienen a jugar: vienen a inspeccionar.
Con el Ministerio de Igualdad detrás, ya no buscan marido: buscan control de calidad.
📊 Dato: el 67% de las regularizaciones por matrimonio en Europa del Este son con hombres españoles mayores de 50 (Eurostat, 2022).
Léase: “te vigilo, pero te cuido (hasta que tenga papeles y ahorros).”
📍Asiáticas
Vocabulario:
“Sí, señol”
“Yo no entiendo”
“¿Quieres salsa extra?”
No discuten, no porque no puedan, sino porque no quieren.
No molestan, al menos en apariencia.
Y no se mezclan. Ahí está su verdadera estrategia.
Son la opción silenciosa del menú emocional.
Regentan tiendas, fríen cosas, te ofrecen croquetas sin jamón.
Son amor empaquetado con silencio y horario laboral.
No buscan visado, buscan rentabilidad estable.
Y tú… ni sabes cómo se llama. Ni la catarás
📍Árabes
Aquí ya no hablamos de afecto.
Hablamos de estrategia.
Ellos vienen pobres, fértiles y con una religión que no pide, ordena.
Las embarazan, empadronan, legislan.
Y cuando se separan, los niños se van con apellido impronunciable y patria nueva.
Ellas, entre Primark y el velo,
sujetan el iPhone sin manos, con una culpa que no es suya,
pero que las encierra igual.
Esto no es xenofobia.
Esto es la lista de supermercado emocional del deseo europeo.
No lo inventamos:
lo escuchamos cada noche entre la cama, la ley y el formulario.
💼 ¿Y ellos?
Latinos:
Reguetón en el oído, flores de gasolinera, y una furgoneta mejor que tu coche.
Trabajan sin rechistar, se enamoran fuerte… o desaparecen sin rastro.
Rumanos:
Todo lo hacen mejor. “Yo rápido. Yo jefe.”
Mientras su pareja lleva dos años esperándolo para salir a pasear.
Asiáticos:
No se enamoran. No se quejan.
Solo trabajan. Venden. Ahorran.
Y duermen detrás del mostrador.
📊 Dato laboral real:
En 2005, un albañil español ganaba 1.800 €.
Hoy, si aparece en obra, es para hacer fotos con casco.
El trabajo cambió de acento.
Y el afecto también.
🧱 Reflexión final
Al final de todo, lo único real es haber pagado por una «Sensacion de vivir» con vistas a un geriátrico.
💣 PD:
Escrito desde una casa alquilada con afecto en falso.
Una vez alguien me dijo “yo no quiero tu dinero, solo estar contigo”
mientras añadía productos al carrito de Amazon con mi cuenta aún abierta.
Afuera, suena algo parecido al amor, aunque con autotune.
Y dentro, suena algo peor: “Te regalo” de Carla Morrison».
En apariencia, es una canción tierna, pero cuando entiendes que el amor no se da…
sino que se usa, te das cuenta de que no es música: es advertencia.
Y yo, que también he dicho “te quiero” con intención de quedarme,
aprendí tarde que el deseo globalizado no besa: transfiere.
El romanticismo murió en un intercambio emocional.
Sin ceremonia.
Yo firmé el parte de defunción.
🖤 Rocío Aso Iguarán

Si esto te dolió, imagina lo que aún no te han contado.