🥋 MMA: Artes marciales o Cobra Kai sin «Pat Morita»

"Análisis del MMA moderno como espectáculo vacío de contenido marcial auténtico"

A las artes marciales les quitaron el incienso, el silencio, el respeto.
Y les pusieron luces LED, gritos en inglés y un speaker con síndrome de YouTube.
Lo llaman MMA: artes marciales mixtas.
¿Mixtas? Como si el camino del guerrero se pudiera resumir en un sándwich de jamón york y queso pasado por la plancha del algoritmo.

Hoy, el que hace “MMA” no medita: sube stories.
No estudia táctica: ve reels de un youtuber en bata enseñando katas frente a una pizarra llena de sponsors.
Y mientras el tatami se convierte en plató,
el arte se convierte en marca, y el maestro… en influencer con código de descuento.

La UFC no es el arte del combate.
Es el negocio del trauma con derechos de emisión en 4K.
Un circo contemporáneo donde los gladiadores visten calzones con logos de bebida energética y se graban gritando “¡ni un round, pringao!” mientras los algoritmos aplauden.

Lo vendes como superación, pero es solo un tío sin control emocional que ha sustituido la terapia por combates.
¿Arte marcial?
No.
Esto es Telecinco con guantes de 4 onzas.


Detrás de cada KO, hay un logo.
Y detrás de cada logo, una mentira consentida:

  • RedBull: Te da alas… directo al hospital.
  • Modelo: Cerveza para olvidar que tu ídolo ya no distingue la derecha de la izquierda.
  • Condom Depot: Patrocinador real. Porque si tu cráneo ya no se protege, al menos protege la otra cabeza.


Mientras el público aplaude, el luchador firma contratos que pagan menos que un community manager en prácticas.
Y sonríe. Porque en la UFC, el sufrimiento tiene cláusula de confidencialidad.


El que antes entrenaba en silencio, ahora edita reels en Instagram.
La espiritualidad oriental ha sido sustituida por tutoriales de TikTok con base de trap.

El nuevo luchador:

  • Hace “sparring emocional” en sus stories.
  • Publica “rutinas de humildad” mientras vende NFT con su cara.
  • Y se tatúa frases como “el dolor me enseña”… entre dos emojis de fuego.

Ronda Rousey fue el símbolo. Hasta que una ensalada vegana de hostias la devolvió al plano humano.
Nunca fue la misma. Pero no por el KO, sino porque el público no perdona a quien pierde sin sangre ni épica.

Conor McGregor se convirtió en una parodia de sí mismo.
Más cócteles que combates. Más frases para camisetas que legado marcial.

Jon Jones, probablemente el mejor luchador vivo,
no encaja en la narrativa TikTok.
¿Motivo?
No vende como el gritón de moda.
(Spoiler: sí, es negro. Y sí, es infinitamente más técnico que todos los influencers juntos.)


MMA significa “artes marciales mixtas”.
Pero lo que muchos practican hoy debería llamarse “mezcla de ego con batido de proteínas vencido”.

No entrenan para el alma. Entrenan para el clip.
No buscan el equilibrio. Buscan seguidores.
Y mientras los más nobles intentan honrar el tatami,
otros hacen piruetas sin sentido porque un algoritmo les prometió gloria a cambio de dignidad.

Esto no es el camino del guerrero.
Es el reality del trauma mal gestionado con guantes.



🖤 Rocío Aso Iguarán

Firma de Rocío Aso Iguarán


Este artículo no es una crítica.
Es un recordatorio:

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