🔥 Globalización Cultural: Del Exotismo Auténtico al Copy-Paste Mundial

Mujer con gafas rosas y camiseta "I ❤️ IA", imagen para artículo sobre cursos y certificados de Inteligencia Artificial.

Ya no hace falta viajar para ver mundo. Basta con salir de casa y cruzar tres calles: un kebab, una hamburguesería premium, un centro de tatuajes «LGTBI friendly» y una ONG vendiendo camisetas con slogans en inglés mal escrito.

Antes, la diversidad era riqueza. Ahora, es fotocopia.

Bienvenido al futuro: donde Milán, Madrid y Marsella se diferencian sólo por el número de tiendas de vapeadores. El exotismo ha muerto de éxito. Hoy es más fácil encontrar un unicornio que un valenciano haciendo paella en Valencia.


Las minorías ya no luchan por derechos. Luchan por cuotas. Por enchufes. Por sillones.

Hoy, el «mérito» es una estadística: tanto % de inmigrantes, tanto % de diversidad sexual, tanto % de funcionarios arcoíris. Datos que deberían alarmarnos:

Queríamos multiculturalismo. Nos dieron un collage de tópicos: el kebab es cultura, el sushi de gasolinera es fusión, y tu barrio es solo un escenario para influencers.


Un militante de izquierdas agredido en un kebab mientras defendía la inmigración. Paradójicamente es homosexual.

No es ficción. Es lunes.

Por si fuera poco, las ciudades no están tomadas por soldados: están conquistadas por franquicias de comida rápida “diversa” y bares temáticos que celebran la “diversidad gastronómica”. Hasta que cobras 12€ por un humus reseco.

La inclusión ya no suma: resta. Si no repites el catecismo progre, te excomulgan. El nuevo fascismo sonríe y lleva pin de They/Them.


Antes uno sabía que estaba en Granada porque olía a azahar y a tortilla recién hecha. Ahora estás en Granada, en Lyon o en Hamburgo y lo único que huele es a burger vegana carbonizada y sudor de gimnasio.

La «cultura local» se exhibe en posters «artesanales» fabricados en serie en alguna nave de polígono industrial de China.

No hace falta rearmar un país con políticas absurdas. Basta con abrir un Starbucks frente a la catedral y una ONG que te acuse de fascista por comer chorizo.


Bienvenidos al futuro: todo es instagrammable y nada es real. Las calles tienen wifi pero han perdido alma. Los himnos nacionales suenan en playlist de Spotify entre reggaetón y podcasts de autoayuda.

Lo único auténtico que queda es la factura de la luz. Y ni eso.


🖤 Rocío Aso Iguarán

Firma de Rocío Aso Iguarán

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio