🎯 TÍTULO: YOUTUBE, ODIO Y FILÓSOFOS CON WI-FI

Bienvenidos a la última trinchera donde el pensamiento no está muerto… solo ha sido sustituido por un youtuber que ayer ajustaba tornillos en una fábrica y hoy se autoproclama Pitágoras del salseo.


Los pioneros jugaban al Call of Duty y se grababan con auriculares USB. Hoy, venden marca personal, criptomierder, NFTs de sus cejas y cursos sobre «cómo monetizar tu disociación».

Los nuevos, directamente delinquen en HD. Te dicen que son ricos, que son libres, que no los mires mal porque viven en Andorra y tienen un Lamborghini más falso que sus cifras.

Y entre medias, el podcast. Ese pozo sin fondo. Hay uno para mear, otro para cagar, otro para hacer burpees, y todos duran más que una siesta sin alma. Dos horas de frases como «bro, eso es así» mientras se frotan la barba y el ego.


No decimos nombres, pero tú sabes de quiénes hablamos. Un día eran operarios, y ahora son presocráticos con canal. Lloran en su coche mientras dictan axiomas que ni Hegel con resaca.

El mecánico de barrio ahora es el Moisés de la Dana, con sus 10 mandamientos financiables por Patreon. Niños que enseñan a maquillar como si la brocha fuese antídoto contra el sistema.

Adolescentes que te venden criptotimadas con la misma seguridad con la que repiten la ESO. Y nadie les tose.


Los que lideraban «la guerra cultural» ahora te insultan si no comulgas con su dogma. Si no les das la razón, eres un NPC, un rojo, un progre, un bot. Pero si les das la razón… también te desprecian por ser tan tonto de seguirlos.

Youtubers LGTB que predican inclusión con tono de inquisidor. «Libres pensadores» que bloquean a todo el que piense distinto. Todos predican libertad, pero solo si lleva su logotipo.

Y mientras tanto, el adoctrinamiento se disfraza de entretenimiento. No te están haciendo reír. Te están moldeando la cabeza mientras te dicen que despiertes.


Andorra. El nuevo Edén de la coherencia fiscal. Huyen del sistema… pero solo un poquito. Lo justo para no pagar, pero lo bastante cerca para que su acento siga sonando castizo en Twitch.

Allí, rodeados de otros exiliados de la empatía, graban contenido de superación entre batidos de proteínas y banderas del ego.


Antes te decían cómo jugar. Ahora te dicen cómo vivir, cómo pensar y cómo fracasar con estilo.

Y lo peor: les hacemos caso. Porque creemos que si salen en la pantalla, ya saben algo. Pero no. Lo único que saben es gritar, monetizar y no dudar nunca.



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Cada clic es una hostia litúrgica al algoritmo.

Bienvenido al pago más estéticamente inútil de tu vida.

Esto no es un botón. Es un test de dignidad.
Tu ego lo agradecerá. Nuestra cuenta también.

🖤 Rocío Aso Iguarán

Firma de Rocío Aso Iguarán

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